El encanto personal es el arma secreta, la suprema seducción contra la cual
hay pocas defensas. Si uno lo posee, no necesita dinero, ni belleza, ni linaje.
Es un don, que se da para ser dado a su vez, y que cuanto más se da mas se
tiene.
El encanto personal es un aura, un perfume invisible que flota en el aire; si
se ve, se pierde el hechizo. El encanto es dinámico y no puede suprimirse a
voluntad. En cuanto a sus elementos, no hay formula fija. Una gran
variedad de ingredientes van en el caldero, pero sus mágicos efectos deben ser
totales no es posible estar "casi" o "parcialmente" encantado.
En la mujer, el encanto personal es probablemente más completo que en el
hombre y requiere una gran variedad de sutilezas. Es cierto fulgor en el rostro,
la peculiar efusión de una bienvenida, un sostenido aire de satisfacción por
nuestra compañía y un callado pesar ante una despedida. la mujer con encanto
personal no encuentra a ningún hombre insulso; en realidad, en su presencia,
él se transforma no solo en un ser distinto, sino en la clase de persona que
anhela ser. Una mujer así da vida a sus ilusiones mas hondas, porque agrega la
necesaria fuerza de convicción a la vieja sospecha de que él es rey.
De la mujeres que me han fascinado mas, en la patria grande, son exactamente
siete. La primera tenia el bellísimo nombre de Betty, el lugar de nacimiento me
es incierto pero tenia una personalidad sencilla, era la mujer que merecía
ser amada y cuidada, pero así como el viento la trajo se la llevo y desapareció;
la segunda era una mujer con el nombre de Virginia, lo que me atrapo de
ella, fue el aroma que tenia, además de la belleza que poseía y las grandes
habilidades deportivas; la tercera con el nombre de July, me cautivo la forma en
que caminaba, como me miraba, y en especial como con sutileza me rechazo y
actualmente la veo caminando en la calle y avenidas con un hijo; la cuarta, con
el nombre Lourdes, la conocí en la universidad, me enloqueció el color gris de
los ojos y el cabello castaño, pero también como el viento la trajo también
se la llevo; la quinta la mas especial de todas, la delgada figura que poseía,
el cabello largo y castaño, la sencillez al vestirse, la delicadeza al mirar y
autorizarte una conversación, su timidez, que se confundía con la alegría
que irradiaba, y en especial me agradaba su compañía, y ver las bellas manos
que tenia, perfectas, perfectas, su nombre solo se comparaba con su belleza
interior, Marisol, si, simplemente Marisol, hice todo lo posible por
encontrarla otra vez, no volví a verla hasta ahora; no tan importante la sexta
tenia el nombre de Nieves, solo fue una persona mas; la séptima, me atrapo por
lo que podríamos llamar un amor compasivo, ya que la observe por un tiempo,
viendo su estado social, además de la belleza que poseía, mas físico que otra
cosa, sin haber dejado alguna mella sobre mi persona, ahora que estoy con el
poderoso tiempo a mis espaldas, debo encontrar el antinemesis de mi
personalidad.
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